Experiencias
Sanar
Este año para mí ha sido el año de la salud, de escucharme. Todo mi cuerpo me decía para, haz menos, ve donde hay cosas buenas.
Mi tolerancia al estrés físico y emocional parecía que había llegado a un límite.
Mi piel este año ha sido muy fina. A cualquier corriente de aire, fiebre. A cualquier discusión, fiebre.
La cosa fue aumentando hasta que el agotamiento me dejaba llena de dolor y sin entender nada.
Poco a poco empecé con el sagrado ritual de ser disciplinada con mi cuerpo. Estos alimentos, estas prácticas, estos complementos, estas compañías, estos lugares, etc.
He tenido que ser implacable conmigo. No distraerme. Todo mi cuerpo y mi alma han estado revolucionándose. Y, con todo, había una extraña y nueva serenidad en mí.
También, obvio, tenía miedo.
Uno de mis tantos aprendizajes en este proceso en el que aún ando ha sido el hecho de poner y ponerme límites. Límites más profundos y sutiles, algo más que saber decir sí o no. De hecho ese era el cuadro, mi cuerpo no se defendía y se hacía daño. No era solo saber decir “no quedo, no doy esta clase, no voy a este curso”. Si no dejar de preocuparme por los demás al ponerlos.
Solo existía y existe el aquí y ahora. Los planes han ido desapareciendo en los últimos años. Así como la fantasía.
Los deseos y los sueños son motores. La fantasía es alejarnos de lo obvio. Y lo obvio es que ni podía viajar ni trabajar ni socializar tanto como antes y me tocaba estar en íntima comunión conmigo, con lo que hubiera: dolor, cansancio, alegría, ternura…
He aprendido a dejarme amar mucho y a ser limitada. A acompañarme sola y en compañía.
He desarrollado un instinto dormido. A ser mi médica, ya que a veces la medicina no escucha.
Medito, corto el wifi, me doy baños, evito las masas, como consciente. Todo lo que ya hacía pero al máximo.
Pagar el precio de no hacerlo es demasiado caro.
Parece que empiezo a recuperarme.
Y ahora, más descanso aún. Volver a la raíz, a lo básico, comer, dormir, respirar.
Gracias por compartir un año conmigo. Gracias por dejarte acompañar, ya que, este especial estado, me ha hecho también más sabia para acompañar.
Nos vemos en septiembre. Hasta entonces, te deseo salud y consciencia de salud. Que tu cuerpo y tu alma sean un lugar amable para habitar.
Con todo mi amor,
Delfina
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