Relaciones
La más increíble velada romántica
Te despiertas con sus pies enredados con los tuyos. Encima, se ha dejado los calcetines puestos.
Esta mañana parece que está algo gruñona. Pero bueno, hay mañanas en las que se despierta gruñona.
Preparas el desayuno y ves que le cuesta articular palabra y que protesta un poco por el día que le espera. Pero luego sonríe. Sabes qué hacer para hacerla sonreír.
Hoy es un día especial y no sabes si se acuerda.
En el trabajo sabes que es muy exigente. Intentas, con tu amor, calmarla para que no se exija dar tanto. Como cuando la pillas en el espejo buscándose defectos y tú te acercas, la abrazas y con tu mirada amorosa le recuerdas lo bonita que es.
Llevas un tiempo su lado, un tiempo dedicándote a conocerla. Y bueno, a veces has descubierto cosas que no te gustan. Por ejemplo: no te gusta y te enfada cómo se pone cuando conduce en el tráfico de la ciudad.
Por fin, después de vuestra jornada laboral, tenéis una cena con vuestros amigos.
Ves como la valoran, la abrazan, como se ríen con ella, como ella hace reír también, como poco a poco ha creado una red de amores elegidos.
Con todo, siempre está conectada a ti. Te mira, sonríe, agarra tu mano debajo de la mesa, te seduce y sabes que tu presencia es importante.
Al final de la velada llega el tan esperado momento. Volver a casa después de abrazos, risas y estrés. Llegas a casa y por fin tienes claro que has encontrado a tu alma gemela. Has encontrado a tu compañera.
Al final del túnel, al final de los abrazos, aquí está esperándote como lleva tanto tiempo haciéndolo.
La abrazas, abrazas tu alma y sí, así es: tú eres el amor de tu vida.
Imagen: Y un día, de repente, me enamoré de ti.
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