Relaciones
A vueltas con la Disfunción Eréctil
Quien me conoce sabe que mi abordaje no es patologizante, sino holístico y desde el crecimiento erótico. Pero las palabras conocidas son las que son.
¿Qué es la disfunción eréctil?
Se entiende comúnmente como disfunción eréctil a la pérdida de erección involuntaria, normalmente con el objetivo de realizar una penetración. Puede ser que se tenga la erección y perderla, o que cueste mucho obtenerla.
El simple hecho de escribir así me parece de lo más hidráulico, pero así sabemos de lo que hablamos.
Ahora bien, ¿hablamos solo de erección o también de excitación? Porque no siempre van juntas.
Para mí, la disfunción eréctil es algo que compartimos hombres y mujeres de manera más obvia (así como el resto de personas con pene o vulva). Sobre todo si lo leemos como pérdida de excitación.
Si el concepto es erección, es que estamos pensando en una única finalidad, la penetración (y a veces ni eso, pues hay prácticas penetratorias que se hacen con el pene flácido), porque para el resto de prácticas no necesitamos erección. Solo ganas.
Hagamos un ejemplo cis y heterosexual:
Las mujeres hemos perdido el deseo a lo largo de la historia antes y durante el coito. Solo que, hasta hace unos años, daba bastante igual nuestro disfrute: teníamos que acatar las obligaciones maritales. Más recientemente, aunque gracias a Dios nuestro deseo va importando cada vez más, como no es visible (es decir, ni sube ni baja nada obvio en nuestros genitales) se puede seguir “a pesar de nosotras”.
Con todo esto, podemos ver que el gran estrés lo inocula el guion de ‘lo que debe ser’ el encuentro erótico: excitación – penetración – eyaculación/orgasmo. Es un orden posible, pero no necesario y, desde luego, muy estresante si queremos hacerlo siempre de esa manera.
Volviendo a la comparación con nosotras, con los años y la educación sexual hemos ido conociendo nuestros genitales y, hoy, sabemos que erectamos, vasodilatamos o nos humedecemos.
Y, de repente, nos acordamos del trabajo, nos da sueño o “me tira del pelo», y “se me va”. Y, como decía antes, si no decimos nada, poco queda anatómicamente claro.
¡Ay pero si le pasa al hombre! Pene: esa parte de su cuerpo en la que recae toda su masculinidad, y ahora también la exigencia de cumplir en el coito, claro.
Problemas de disfunción eréctil
Pero vayamos a la parte positiva: si algo nos pasa en el cuerpo que no nos hace felices, es una buena puerta de entrada para crecer. Incomoda y dolorosa al principio, jugosa y rica después.
La disfunción eréctil no es nada patológico, pero si queremos ponerle atención puede tener muchos orígenes.
Algunos porqués:
· La sobreexigencia.
· El exceso de demanda.
· El tipo de prácticas a las que estamos acostumbrados/as.
· El uso excesivo de la pornografía y esperar cumplir de igual manera con otro humano.
Algunos ejemplos:
· “He de cumplir”
· “La tengo que tener siempre dura y por mucho tiempo”
· “Me tiene que apetecer siempre”
· “He de desear siempre lo mismo”
Y todo lo anterior, en un marco donde el coito ha de ser el medidor del éxito del encuentro.
¿Cómo corregir la disfunción eréctil?
Ahora: ¿qué debe ser en centro? La consciencia emocional, corporal así como de excitación y de deseo.
Este es el principal trabajo a abordar: ¿qué me pone?, ¿qué no?, ¿qué me estresa?, ¿qué me distrae? Aprender una sexualidad más amplia de lo genital.
Y, por supuesto, entender que, no hay obligación de hacer algo cuando hay una erección, ni hay que “aprovecharla”, ni tampoco hay que hacer algo en particular cuando no la hay.
Terapia para disfunción eréctil
En este sentido, si bien es un trabajo terapéutico relativamente fácil, hay que recordar que todo lo que sube, baja y todo lo que bajo, sube. Los encuentros son circulares. Es necesario aprovechar esta oportunidad para tener una sexualidad más plena, consciente y placentera.
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