Apego, Experiencias, Relaciones
KIT DE EMERGENCIA PARA EL DOLOR DEL ALMA
El cuerpo, indulgencia y otros perdones.
Si oyes o lees la palabra indulgencia, ¿a qué te suena?
Hace poco estuve en un taller de movimiento con Visudha Los Santos (siempre de la mano de 5 Ritmos Madrid) llamado “Indulgence”, ya que la profesora es de Nuevo México.
Con esta palabra tomé consciencia de la real diferencia de significado de este término para hispanoparlantes y anglosajones. Para nosotros/as tiene un significado muy vinculado al perdón, de ahí viene a ser la palabra indulto, indulgencia plenaria, etc.
RAE: “Facilidad en perdonar o disimular las culpas o en conceder gracias».
Si buscamos la definición en inglés aparecen palabras parecidas a satisfacción, gratificación, saciedad, apaciguamiento, búsqueda de cuidado.
En mi caso, la primera la vinculo más al perdón y todos sus matices, a la segunda le veo el arte de darme lo que necesito o de no exigirme o castigarme.
Para muestra un botón, aquí una búsqueda de imagen en cada idioma:
Como imágenes son muy diferentes. Al verlas también se sienten cosas diferentes. ¿Con cuál te sientes más comoda/o? ¿Cuál te resulta más familiar a tu manera de tratarte?
El perdón es maravilloso, si no va desde la posibilidad de castigo. El placer lo es, sino cae en la complacencia. Ambos pueden caer en la inercia. En un barro calentito que me atrapa y estanca.
Pero más allá de compartir esta polaridad, ha sido un gran descubrimiento integrar la acepción anglosajona. ¿Cuándo tienes la sensación de consentirte, darte placer y cuidarte?
¿Por qué te comparto esto? Porque me he dado cuenta de que para atravesar un dolor fuerte hay que estar fuerte. Con eso quiero decir estar bien alimentado, tener una red apoyos segura y que te sostenga como tu quieres y necesitas.
Esta indulgencia parte de alimentar el deseo. El deseo entendido como aquello que nos mantiene con vida. Más allá del deseo erótico.
Si una loba está herida no hace cosas raras como nosotros, se va a su cueva, se alimenta, cura su herida, su manada la ayuda en la medida de lo posible y poco a poco, poco a poco repito, va saliendo al mundo. Como en nuestro caso ya vivimos en cuevas de hormigón y tecnología creo que el cuidado pasa por otro lado.
Un botiquín es algo que tengo por si pasa algo y hay otras cosas, como las vitaminas, que siempre viene bien tomar.
Ahora bien, a veces pretendemos cruzar un dolor, una muerte, una separación, una enfermedad, una crisis existencial, sin recursos. Más ahora que la tribu se diluye.
Mi descubrimiento ha sido que gracias a años de tener y tejer una red de amor he podido sostenerme. Sí, soy de las que creo que el apego es lo que nos hace humanos (otra cosa es la dependencia crónica y ser un parásito), y hay momentos que sí, somos dependientes. Todos-as en algún momento de nuestra vida seremos dependientes física o emocionalmente.
Ese sostén que se esperaba de las figuras de cuidado, padres y madres, a veces no funcionó muy bien. Ahora como personas adultas podemos elegir dónde y cómo apoyarnos.
Éstas son algunas de mis herramientas de supervivencia y sanación en mitad de un huracán emocional:
- Es importante tener un vínculo con el que no temas ser acunado/a y sí lo digo en sentido literal. Que te abrace y te sientas contenido. Ésta puede ser una gran oportunidad de aprender a pedir desde la vulnerabilidad y no desde la rabia y exigencia. Y a elegir vínculos firmes, flexibles y amorosos. Busca tu manera.
- Baños de agua caliente con sal, como mínimo dos veces por semana. Sal gorda, sal de mesa. Esto tiene dos ventajas, el agua siempre calma y además con sal limpia las toxinas de tu cuerpo. En silencio, si quieres ponte una velita (a buen recaudo) para fijar la mirada y algo de música muy relajante de fondo (si te preocupa la cantidad de agua, puedes reciclarla para fregar suelos ). La primera vez, si estás muy activada, puede agobiarte, aguanta un ratito, la siguiente lo disfrutarás.
- Piel y contacto físico. Tiene que ver con el punto primero, la palabra a veces calma pero muchas veces enreda más. Obviamente a gente que se siente más o menos cómoda con el contacto. Pero no tiene por qué ser nada grande o invasivo, tomar de la mano puede ser el inicio.
- Los masajes son muy recomendables, que nos hagan sentir contenido, que las emociones atrapadas en el cuerpo puedan moverse. Puedes ir a un sitio o pedirlo a alguien de confianza, hacer un intercambio.
- Sal de ti, escucha a otros. Aunque sea un poco, dependiendo de lo vulnerable que estés, intenta buscar maneras de escuchar las historias de otras personas, escucha y sal de tu mente y tu discurso. Esto hará que, por un lado, salgas de tu ruido mental y, también, que puedas ser un sostén para otros. Y puedas salir de la víctima.
- Aliméntate bien, en la medida de lo posible. Si te da pereza, deja arroz y caldo de verduras para toda la semana, aunque sea para todos los días, por un tiempo está bien.
- Elije muy bien con quién y dónde estar. El dolor es una gran alerta de los sitios más sanos para ti.
- Escribe, escribe y escribe. Da igual qué.
- Música, ponte de todo tipo, de la de llorar y enfadarte, de desesperación, que te acompañe lo más posible, y tú con ella muévete. No tienes por qué hacer el gran baile, sólo muévete. Puedes caminar hacia el trabajo con ella, o escucharla en casa. Aunque sea mover un poco el cuello y las piernas, y todo poquito a poco. Atravesarás de una manera más sencilla la emoción que estés viviendo. Intenta cerrar el día con música positiva y relajante
- Apoyo médico y terapéutico. No te resistas a pedir ayuda a profesionales. Ni a tomar medicación si es el caso, ni a tener un apoyo terapéutico. No tienes por qué poder con todo.
- Recuerda, esto también pasará.
- Es importante que gestiones tres niveles de tiempo: con grupos, con un amigo-a y a solas. Son tres relaciones muy diferentes. Y es importante que puedas sostenerte en las tres áreas. Al principio necesitarás contactos más íntimos, de uno a uno. Pero también es importante el grupo, que da la sensación de realidad y de seguir conectado/a al mundo. Así como también es importante y necesario que tengas ratitos contigo mismo/a para integrar y ver que no te desarmas.
- Si puedes y te gustan, contacta con animales, son muy sanadores. Así como la luz y la naturaleza.
- Desactívate un poco. Para no estar siempre en contacto con la emoción y el pensamiento. Las conversaciones de otros, el placer, incluso ver series te puede venir muy bien. Momentos de vacío y ligereza. Busca reírte, todo lo que te haga aligerar. Las lágrimas ya llegarán.
- Respira. Si te acuerdas, todo el tiempo que puedas intenta parar y respirar. Hay muchas aplicaciones gratuitas para móviles que puedes usar para meditar y que te acompañen.
- Enfádate con tu dolor, permítete tu espacio de sacarlo. No hay un guión real para los duelos.
- Si vas a tomar grandes decisiones, espera. O hazlo acompañada.
Hay millones de maneras, yo solo te he sugerido algunas y con todo creo que es importante atravesar esto como un proyecto más que como una guerra.
“Cuando quiero algo me lo pido a mí misma”, dice la Abuela Margarita, curandera Maya. Esta hermosa frase vale para todos los seres humanos.
¿Qué harías si la persona que más quieres en el mundo está atravesando un dolor muy profundo? Yo le haría un altar de amor, le preguntaría qué quiere, le consentiría y a veces la empujaría un poco hacia la luz. ¿Qué harías tú?
Indulgencia para ser feliz, estar fuerte y blanditos, y receptivos a lo bueno de la vida. Indulgencia para sostener el dolor y el sin sentido.
Deseo que tu tránsito sea dulce.
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