Deseo Sexual, Relaciones
Hombres y deseo. Nena, así no.
Son tiempo convulsos para las identidades. ¿Quién soy? ¿Soy hombre? ¿Soy mujer? ¿Soy otra cosa? Y si es así, ¿qué se espera ahora de mí? Hasta hace poco era muy claro qué era ser hombre y qué era ser mujer. Ahora afortunadamente se han ido desmontando algunos mandatos castrantes. Existen nuevas masculinidades emergentes.
No sé ustedes, pero en mi generación no había papás que recogen de la escuela, cambian pañales, van con el carrito e incluso llevan portabebés. Hace poco escuche una conversación telefónica -porque entendí que estaba casado que si no igual lo secuestraba- de un señor hablando con su (creo) pareja: “cariño, tenemos que ponerles límites,… sí cariño, sí amor, cuando llegas a casa, pues le quitas algo, que entienda que hay consecuencias. Vale cariño, si no lo haces tú lo hago yo. Luego te veo, un besito”. Un hombre hablando – supongo- de la educación cotidiana de sus criaturas, con un afecto y tranquilidad que ya nos gustaría a muchas saber transmitir. Me di la vuelta esperando ver a un ser rosa con purpurina y no, era un señor con su barba de varios días, más cerca de los 50 que de los 40 y que podría ser el fontanero de tu barrio. Evidentemente esto coexiste con machismos y violencias. Las mujeres hacen malabares para ser, porque tenemos que serlo todo.
Bajemos a nivel sexual, las mujeres empezamos a ser sujetos de deseo y no objetos de deseo. Pero, con todo, los mandatos sexuales tienen sesgo de género. ¿Tienen ellas eyaculación precoz? ¿Tienen ellos anorgasmia? ¿Anonismo? ¿Tienen ellas ansiedad de ejecución o gatillazos? ¿Es una suerte que ellas tengan un clítoris enorme? ¿Tu novio –hetero- es un estrecho por no querer sexo anal? ¿Se masturban las chicas adolescentes en grupo viendo porno? ¿Le dice una chica a su novia “cari, es que siempre la quieres meter”? Como pueden ver, “los diagnósticos- disfunciones sexuales” tienen sesgo de género.
Con todos los cambios positivos, parejas que se encuentran en espacios de crecimiento erótico, de respeto etc. hay algo que está preocupando a las parejas heterosexuales: Ellos ya no están siempre dispuestos. Esto de entrada es muy positivo. A las mujeres nos cuesta mucho el “no” sexual. Ellos llevan entrenado toda la vida. Es positivo en la medida en la que ellos pueden renunciar a su papel de “semental”, pueden aprender una sexualidad más globalizadora y menos genital. Pero en algunos casos supone un lugar de crisis en la pareja. ¿Cuándo? Cuando ellas se perciben como menos atractivas –ya que su autoestima ha sido socializada a través del cuerpo- . Cuando ellos se abruman si ellas toman la iniciativa. Cuando ellos después de haber tomado exclusivamente el rol de incitador durante mucho tiempo, renuncian.
Se puede crear un ciclo demandante y evitador. Y en muchos casos se da una pérdida de deseo por parte de ellos. Sí, eso que nunca podría pensarse. La realidad es que ante la demanda interna y externa se están dando muchas situaciones de hombres con pérdida de deseo y de deseo inhibido. Y esto en ocasiones lleva a reacciones tan normales como la pérdida de erección (mal llamada “disfunción eréctil”), eyacular cuando no se quiere (eyaculación precoz o retardada), o directamente ausencia de erección (la terrible y falsa idea de “impotencia”). Lo malo no es que estas cosas pasen, sino el significado que le atribuimos. En un encuentro erótico puede -de hecho es lo frecuente- haber erecciones o no, subidas y bajadas de la lubricación, etc. simplemente es un viaje, con deseo y con objetivo: el placer.
Como hemos dicho muchas veces, estrés y sexualidad no son buenos amigos. El deseo es lo único que ha de estar presente 24 horas, otra cosa muy distinta es que se quiera o pueda ejecutar físicamente. Mantener la tensión erótica y amorosa de la pareja es el único mandato, no la erección, no la penetración, no el orgasmo. Dejemos de castigaros mutuamente. Aunque a nivel fisiológico hombres y mujeres tenemos una idéntica respuesta sexual, a nivel de interpretación del deseo y de nuestra sexualidad, aún nos han educado de manera muy diferente. El objetivo es el placer. Y cada cual desea y se placerea a su manera. Igual es el momento perfecto para aprender un nuevo lenguaje de pedir y de responder física y emocionalmente. Podemos crear fantasías comunes, lenguajes. Sin juicio.
Lo primero es “darnos cuenta”, de nosotros y nuestro cuerpo, en qué época de mi vida estoy… Si no depende de ningún desencadenante externo (trabajo, duelo, etc.) y responde a lo dicho anteriormente, probablemente estemos en un estado de alerta, en otras de desmotivación y, sobre todo, de anticipación. “Ahora… si no cumplo se va a enfadar”, “me va a decir que estoy patoso”, “si le doy muchos mimos igual quiere algo más”, “ me va a tocar así y a mí no me gusta”, “ me lo tengo que currar tanto para que le apetezca, que me da pereza”. No tienes ni idea de lo que puede pasar. Hay muchas cosas que no conoces y las que conoces se pueden hacer y sentir de infinitas maneras. Seamos humildes para parar, retomar, pedir, pero sobre todo, abrirnos a la experiencia.
La pequeña píldora de hoy es ésta: No anticipes, ábrete a la experiencia, solo anticipa tu deseo de placer.
4 comentarios
almudena
Grandísimo artículo, al chulito y a mí nos ha encantado, y lo vamos a poner en práctica… «solo anticipar el deseo de placer» 😉
Delfina Mieville
¡Gracias Almudena! Chulito y tú seguro que tenéis mil recorridos que explorar. Un abrazo.
Nicole Sarquis
Me encantó! Me he sentido muy reflejada y al final del artículo emocionada, porque ilumina y abre, te permite entender la relación desde otro prisma, quita carga, te saca de una fantasía destructiva fijada en el «resultado» y te lleva al encuentro, de forma más «amorosa». Gracias Del
Delfina Mieville
Querida Nicole,
Gracias a ti por recibirlo desde un lugar tan especial.